Pone comida en nuestra mesa y es la base de una actividad económica que genera billones en todo el mundo. Lo hace todo gratis. Pero no por mucho tiempo. El océano va directo al colapso.
Porque el océano nos pertenece a todos – y a nadie – demasiada gente ha cogido demasiado. Siglos de excesos e irresponsabilidad amenazan con dejarnos un desierto azul. Es el momento de cambiar la manera en que vemos el océano: de un lugar donde cogemos lo que queremos y tiramos lo que no, a un recurso compartido de un valor inmenso.
WWF está trabajando para generar una nueva ola de apoyo por unos mares sostenibles. Enseñaremos a los líderes mundiales cómo un océano sano impulsa el desarrollo económico. Celebraremos y potenciaremos el trabajo de comunidades costeras y de pescadores para proteger los recursos de los que dependen. Y daremos a todo el mundo la oportunidad de sumar su voz por nuestro planeta azul. Únete.
© Jürgen Freund / WWF
Con sus increíbles colores y prodigiosa diversidad de formas y tamaños, los arrecifes de coral son una maravilla para la vista. Y esa belleza tiene un sentido. En todo el mundo, los arrecifes ofrecen servicios como pesca o turismo por valor de casi un billón de dólares anuales.
El océano ha sido una despensa de alimentos durante decenas de miles de años. Hoy, las pesquerías son una fuente fundamental de proteínas para miles de millones de personas.
Ocupando el 71% de la superficie de la Tierra, el océano alberga un increíble rango de hábitats y especies: del diminuto plancton a la mayor criatura del Planeta, la ballena azul. Y todo está conectado. Cuando en algún sitio se rompe un nexo en la cadena trófica, el sistema se debilita en todas partes.
El océano nos ofrece productos y servicios por valor de –como poco- 2,5 billones de dólares al año. La pesca sostiene más de 260 millones de empleos, 50 de ellos en pesca artesanal o de subsistencia, en lugares donde otro empleo sería muy difícil de encontrar.
Aproximadamente la mitad de la población mundial vive a menos de 100 kilómetros del mar, y 3 de cada 4 grandes ciudades están en la costa. El daño provocado sobre arrecifes y manglares en nombre del “desarrollo” pone en riesgo esas comunidades y ciudades.
Las personas destruyen hábitats marinos frágiles de muchas formas, de pequeña a gran escala. Sea por artes de pesca dañinas o por contaminación de granjas o ciudades en tierra, esa destrucción es el resultado de poner el beneficio a corto plazo por encima de nuestro bienestar futuro.
La historia del océano es la tragedia de los comunes. Individuos –sean personas, empresas o gobiernos- han puesto sus propios intereses sobre los de sus vecinos. Es urgente conseguir una fuerte gobernanza a todos los niveles, desde lo local hasta los tratados internacionales.
Según se iba calentando la atmósfera, se calentaba el océano. Esto puede afectar el modo en que los nutrientes se mueven por el agua, modificar los patrones meteorológicos o aumentar la intensidad de las tormentas. El océano también se ha acidificado, al absorber alrededor de un 30% de todo el dióxido de carbono que hemos emitido a la atmósfera. Un grave problema para los corales, el ecosistema más diverso del océano.
Con el 90% de los caladeros plenamente explotados o agotados, debemos actuar rápido para reducir la presión. Pero parece que está pasando justo lo contrario. Enfrentada al colapso de pesquerías muy valiosas, la industria se está moviendo hacia áreas cada vez más remotas, y hacia abajo en la cadena trófica. Malas políticas y subsidios perversos sostienen estas actividades destructivas.
Las áreas costeras son las más densamente pobladas del planeta. Ya sea para residentes permanentes o turistas, el desarrollo costero supone demasiado a menudo la destrucción de manglares, praderas submarinas y arrecifes de coral. Irónicamente, la pérdida de estas infraestructuras naturales hace a las costas más vulnerables a la erosión y a los daños por tormentas, y afectan a los valores que atraen a la gente a esas áreas.
El alcance global y la experiencia de WWF nos hace líderes en conservación marina.
Del Báltico al Triángulo de Coral, de Bruselas a Washington, Jakarta y Dar es Salaam, nuestro equipo marino incluye más de 400 expertos. Relacionamos a personas de remotos pueblos costeros y capitales nacionales, en reuniones comunitarias y en cumbres y debates políticos globales.
Empleamos la última información científica para crear soluciones innovadoras que puedan revertir el declive de la salud del océano. Como parte de la misión de WWF de construir un futuro en el que los seres humanos vivamos en armonía con la naturaleza, trabajamos por un océano bien gestionado que sea resiliente, que esté lleno de vida y pueda proporcionar bienes y servicios para un desarrollo sostenible.
El valor de las riquezas del océano rivaliza en tamaño con las mayores economías del mundo.
“Reviviendo la economía del océano: la necesidad de actuar en 2015”, analiza el papel del océano como motor económico y destaca las amenazas que lo están acercando al colapso ecológico.
Pero no es demasiado tarde para revertir estas preocupantes tendencias y asegurar un océano sano que beneficie a las personas, la economía y la naturaleza. Este informe presenta un plan de acción de ocho puntos que restauraría los recursos del océano en todo su potencial.
La Gran Barrera de Coral ofrece cada año bienes y servicios por valor de 5.800 millones de dólares y sostiene 69.000 empleos. Firma nuestra petición para detener la destrucción industrial de este icónico ecosistema marino.
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Sin un océano sano no podría haber vida en la Tierra tal y como la conocemos. ¡Comparte el mensaje con tus amigos!
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